Rendir tributo a un personaje de la historia de la humanidad como Diego Maradona, es realmente toda una proeza. Hablar de Diego, es hablar de humildad, de un sueño, un salto al vacío, un aterrizaje sobre plumas, pero también altas y bajas abruptas y dolorosas.
El Comienzo de la leyenda del “Diez”
La famosa canción dedicada a Maradona, “La Mano de Dios” escrita e interpretada por el cantante argentino Rodrigo, reza: “En una villa nació, fue deseo de Dios crecer y sobrevivir a la humilde expresión, enfrentar la adversidad con afán de ganarse a cada paso la vida. En un potrero forjó una zurda inmortal”… Resume allí la esencia de quien fue Diego Maradona.
Un inicio difícil, rodeado de pobreza extrema en un rincón escondido y olvidado del sur Conurbado Bonaerense, nació el hijo de Don Diego y Doña tota. Allí creció con humildad y con un balón pegado a sus pies y más aún, en el corazón.
Desde temprana edad fijó su sueño, un sueño adornado con una estrella dorada, del cual habló en una entrevista anónima en un video casero -su primera aparición ante una cámara-. Representar a la albiceleste y regalarle un mundial, fueron las palabras expresadas por aquel “cebollita”.
Así comenzó pues, aquel camino escarpado y difícil, de un joven que anhelaba jugar al fútbol y nada más. Sus primeros pasos fueron en las categorías inferiores con Argentinos Junior, donde se moldeó hasta llegar a la Primera División del fútbol argentino y luego de allí a Europa.
Argentina se vistió de gloria
El Mundial de la FIFA de México 86, fue el escenario donde Diego Armando Maradona puso al mundo a sus pies. No sólo por el logro histórico de regalarle un mundial a su nación, sino porque en la cancha les ganó personalmente la guerra a los británicos, guerra que el ejército argentino perdía en su propia patria.
En ese mundial el mismísimo Dios le prestó una de sus manos para así ayudar al pueblo argentino.
Diego la utilizó muy bien anotándole con ella un gol que quedó para en el corazón del mundo y la historia.
También para rematar la proeza, anotó lo que hasta ahora sigue siendo el mejor gol de la historia de los mundiales, cuando tomó el balón a mitad de cancha y dejó atrás a 8 rivales incluyendo al arquero para sentenciar el encuentro.
Argentina tuvo su segundo mundial gracias Maradona, abrazó la Copa Mundial, abrazó el corazón de los argentinos así como el del mundo.
La magia se desbordó en Maradona
Maradona brillaba con luz propia a donde quiera que iba, así llegó a Europa. Donde lo conseguiría todo. Goles anotó en todos los estadios en donde jugó, una fiesta perenne y con el nacimiento de una estrella se deleitaba la Argentina cada fin de semana.
Una hinchada cada vez más amante de aquel diez de zurda inmortal, se alimentaba en cada partido de la genialidad de Diego. La fama rápidamente fue tomando también espacio en la vida de Maradona, de hecho llegó para no irse jamás.
Grandes equipos empezaron a desear a aquel jugador argentino que revolucionó a una nación y sólo uno tuvo la dicha de gozar de su magia infinita. Nápoles fue testigo de lo que una persona con ambición de devorarse la cancha día tras días podía lograr.
Fue allí en esa pequeña ciudad de Italia, donde Diego Armando Maradona sentó las bases de lo que sería la consolidación de una estrella. Era el verano de 1984 cuando Diego llegó a Italia procedente del Barcelona FC.
A aquella ciudad pequeña, que coreó su nombre a su llegada con un estadio a reventar, les regaló un doblete histórico y de forma sucesiva. Copa y Liga, un sueño que hasta la fecha solo había estado en las mentes y los corazones deseosos de los napolitanos.
Diego Armando Maradona hizo de aquel simple sueño extendido sobre la añoranza, una realidad tangible, a base de goles, buen fútbol y coraje.
La vida de Diego
Era a pesar de todo un ser humano, la fama, los vicios, las mujeres y las malas decisiones estuvieron consigo, hasta el punto tal de ponerlo de rodillas en varias oportunidades. El diez siempre pudo gambetear y salir airoso, reponiéndose a cada adversidad.
Este fue el vivir de Diego en sus últimos 15 años, rodeado de cámaras, escándalos y más. Pero algo siempre lo hacía regresar: el fútbol y su humildad.
Jugar partidos a beneficios sin que nadie supiera, recoger niños de la calle, brindar refugios a los desposeídos era parte del contrapeso que el diez le colocaba a los embates de su desordenada vida.
Pensar en Diego Maradona es empujar la puerta que dio un cambio entre el antes y el después en la historia del fútbol. Fue la bisagra, el eje de mando, el portal y la llave que dio inicio a una nueva era.
El mundo hoy llora, caen sobre las canchas lágrimas cargadas de recuerdos, pasiones, aventuras, alegrías y sobre todo de tristeza. Pero esas mismas lágrimas, han de hacer retoñar los cantos de alegría que corearán su nombre en el cielo.
El cielo hoy se viste de gala, Dios ha de recibir aquella mano que fue prestada al pequeño cebollita, ha de estrecharla y levantarla porque fue usada como se debió. A pesar de haber levantado también malas acciones y malos momentos, también levantó naciones y las unió con lo que él más amó “el fútbol”.
Hoy despedimos a un grande y damos las gracias por las alegrías deportivas que quedaron plasmadas en la cancha. Una vez dijo que daba gracias a la pelota por existir y a los amantes del fútbol les toca agradecerte a ti ¡Gracias Diego! hoy 25 de noviembre del 2020.