Cada hora que pasa nos acerca al fin de un mito. Llueven los homenajes, las lagrimas, las sonrisas…
Si debemos recordar algo de el, además de sus goles, es su sonrisa. Siempre la tiene. Como la tuvo en sus últimas ruedas de prensas. Se despide hoy de la selección Auriverde que juega contra Rumanía, pero su buen humor y sus bromas para contestar a los periodistas prevalecen sobre el resto.
“Me tiembla todo de los nervios y la emocion”. No podia ser diferente. Despues de tantos años jugando y marcando, por fin se da cuenta que no volverá a pisar un césped. Aunque no juega desde febrero, hoy es la oficialización.
Y cuando dice “Perdonenme si me pasan la pelota y estoy mirando a otro lugar”, lo entendemos perfectamente. Tendrá sus ojos en la tribuna, mirando a la afición que tanto le ha dado como él les ha dado. Seguro que se sentirá en otro mundo, la cabeza en las estrellas, en un mundo donde no se mueve el tiempo, la luz o el sonido. Cerrará sus ojos para recordar su carrera, para sentir la vibración de la grada y el olor del césped.
El Fenómeno jugará los quince últimos minutos de la primera parte, si puede:
“Después del entrenamiento, todo el cuerpo me dolía y pedí una inyección a los médicos… No hay problemas de dopaje, ya estoy jubilado”.
Todavia tiene un sueño. Le gustaría marcar un gol para despedirse. Hasta tal punto que pidió a sus compañeros que se tiren para simular una falta. No sería un gol mas, sería un gol para la historia.
O quizás no, porque dijo que todavia debía despedirse de la afición del Corinthians. Pero si podemos darles un consejo, mirad este partido. O al menos el último cuarto de hora de la primera parte. Porque es lo único que se recordará de este partido. Esta noche se va un Diós, y pasará mucho tiempo antes de ver otro como él.