Carlos Henrique Raposo, o Carlos Kaiser como se hacía llamar, tenía un sueño desde que era pequeño: ser una estrella como jugador de fútbol. Solo tenía un problema, no tenía la técnica suficiente como para ser considerado en clubes de muy baja reputación, era malo. Pero eso no iba a detener a Kaiser para llegar a la fama y los excesos de un futbolista de primer nivel.
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La ambición y las ganas de ser futbolista lo llevaron a equipos como: Flamengo, Botafogo, Bangu, Fluminense, América (RJ) y Vasco da Gama Brasil pero su recorrido lo llevó por distintos equipos del continente y del mundo como lo son Puebla de México, El Paso de Estados Unidos y Gazélec Ajaccio de Francia. Su “carrera”, por llamarla de alguna manera, se extendió desde 1986 hasta 1992
Pero ¿Cómo fue que un jugador sin minutos ni talento logró estar en equipos tan importantes? Esto se debido a dos cosas, la primera fue la gran amistad que tenía con jugadores muy talentosos como los Campeones del Mundo Carlos Alberto Torres y Romário, y otros futbolistas que sí tuvieron carreras exitosas como Edmundo, Ricardo Rocha y Renato Gaúcho, entre tantos otros. Esta red de amigos que tenía lo recomendaba constantemente a diferentes equipos, y con el prestigio que estos tenían, no era raro que sus opiniones fueran tomadas como válidas sin ningún chequeo previo.
Luego se acercaba a ciertos periodistas y les pagaba por hacer notas ficticias de él, donde decían que había jugado de tal forma y marcado ciertos goles. Todo una gran farsa.
Una vez que llegaba a un club vivía una vida de futbolista normal con un pequeño detalle, nunca jugaba. Su primera estrategia era siempre hacerse el lesionado y lo cuenta orgulloso: “Siempre lograba engañar a los médicos”, afirma al día de hoy. Las lesiones eran algo recurrente en su estadía por los clubes que paso, se lo veía más con el kinesiólogo que dentro de la cancha, la situación llegó a tal punto que en un momento el club llevó a un brujo de magia negra para que lo sanara: “Trajeron un brujo de magia negra para realizarme rituales para que mi moretón sanara. Le estaban pagando muy bien, me acerqué a él y le dije: ‘Toma este dinero, amigo. No me pasa nada. Coge tu dinero y no te molestes en hacer lo tuyo porque tengo la intención de permanecer lesionado por el resto de mi vida'”, cuanta hoy por hoy el “ex jugador”.
Pero la mentira de las lesiones llegó a un punto donde no se sostenía más, en un partido fue al banco de suplente y el director técnico le pidió a todos que calentara, específicamente a Kaiser ya que iba a ingresar, al verse entre la espada y la pared y con el miedo que su secreto se revelase el jugador puso en práctica una nueva artimaña: se peleó con un hincha de la tribuna. Al ver esta situación el juez no tuvo otra opción que expulsarlo y Kaiser respiro porque su secreto estaba a salvo.
Otro vicio que tenía era la noche: “Todas las noches estaba en clubes nocturnos hasta el amanecer de lunes a lunes. Nunca estaba en condiciones para entrenar y mucho menos para jugar”, contó entre risas a una entrevista a The Sun en el 2018.
Luego de su retiro llegó su segunda fama, al saberse de la estafa existió la posibilidad de hacer un documental sobre su vida y Kaiser acepto con mucho gusto. Es así como en 2018 se estrenó Kaiser: El mejor futbolista que nunca jugó al fútbol, el ex jugador sostiene que muchas veces los clubes le roban a los futbolistas y esta es una pequeña venganza que personalmente él se tomó.
